El mes de Noviembre terminó absolutamente lleno de botellas borgoñonas descorchadas. Resultados muy variables pero en algunos casos me he encontrado con vinos absolutamente maravillosos y que permanecerán en mi memoria durante mucho tiempo.
Comenzamos con una zona donde cada vez los blancos van cogiendo más interés y así se mostró el Sylvain Pataille Marsannay «La Charme aux Prêures» Blanc 2007. Aunque sus tintos me parecen un poco excesivos generalmente, este ejemplo de blanco estaba muy bebible. No le pidan grandes cosas, pero al menos estaba equilibrado y disfrutable. Un poco de «punch» no le hubiera venido mal.
Me encanta la evolución que va teniendo el Pierre Bourée Bourgogne Tinto 2008, con esa austeridad y clasicismo que nos lleva a aromas perfectamente otoñales y conservando buena viveza y longitud en la boca.
Rico pero en otro estilo el Meo Camuzet Fixin 2009, predominando más aspectos frutales que terrosos en su gama, y con sedoso paso por boca. Añada muy disfrutable ya al ser algo madura.
El Domaine Leflaive Puligny-Montrachet 2004 estaba muy rico ahora pero diría que se encuentra casi en el límite de su crecimiento (al menos esta botella). Aparecían ya leves matices maduros y oxidativos…beban si tienen botellas. Muy buen Puligny.
Los que me conocen saben de mi admiración por muchos vinos de Joseph Drouhin. Y me encanta poder encontrar botellas de Apelaciones menores para beberlas, entre otras cosas, porque tienen precios más asequibles. Eso nos pasó con un Drouhin Monthelie 1978. Apareciendo el vino un poco cerrado y animal el aire lo beneficia y va desplegando restos débiles de lo que fue su aspecto frutal y secundario. No está en su plenitud pero no está muerto y siempre es una gran curiosidad poder probar estos vinos.
Fenomenal el Hudelot-Noellat Vosne-Romanée 1erCru Les Beaumonts 2007 con ese toque especiado bien puesto dentro de una agradable sensación floral y tostada leve. Todo lo contrario que su Chambolle-Musigny 2010 que no me convenció demasiado por sentir demasidas revoluciones tonelísticas.
Como siempre muy directo el Bernard Boisson-Vadot Meursault «Les Grands Charrons» 2009. Algo más maduro que en otras ocasiones pero con enorme potencial de disfrute.
¡Qué rarito salió el Michel Niellon Chassagne-Montrachet 1erCru Maltroie 1994 pero cómo se fue viniendo arriba el muy condenado! Fantástica evolución del vino en una añada no considerada muy grande en la zona. Cuando lo comentamos posteriormente en la bodega les pareció una grata noticia que estuviera el vino tan rico. Pues a nosotros, ¡ni les cuento!
Mucha dureza encontré en el habitualmente elegante pueblo de Chambolle-Musigny con el Bertheau Chambolle-Musigny Premier Cru 2006. La añada ofrece cierta rusticidad porque luego probamos el 2007 y era otro concepto totalmente diferente, lo cual es de agradecer que existan estas diferencias. Bonita sesión aunque no fue el vino que más me gustó.
Enorme el Alain Michelot Nuits-Saint-Georges 1erCru «Vaucrains» 1992. Elodie y su padre Alain se han llevado una buena sorpresa cuando posteriormente se lo he comentado pero el vino estaba espectacular. Cárnico, flores secas, tierra húmeda, cierta fruta contenida…con una boca larga, muy bien equilibrada, viva. Muy bueno.
En la mesa no gustó nada el Louis Jadot Chambolle-Musigny 1erCru «Feusselottes» 2001. Yo no fui tan radical con el vino. Me pareció algo potente y con madera un punto pasada pero el vino no estaba para nada tan desastroso. Quizá no sea el estilo de vino tan profundo que apareció con el Mugneret-Gibourg Chambolle-Musigny 1erCru «Feusselottes» 2006 pero no estaba tan mal. El segundo, sin duda, estaba infinitamente mejor. Gracias a la familia.
No convenció demasiado el Comtes-Lafon Meursault 1erCru Genevrieres 2001 por su falta de garra pero en cambio el Comtes-Lafon Meursault 1erCru Perriéres 2007 parecía como beber un zumo de piedras. Tremendamente joven pero un auténtico vinazo.
Muy cerrado en las dos horas que estuvimos con él resultó el Raveneau Chablis Valmur Grand Cru 2007. Poco saqué de la nariz salvo tímidos inicios de cosas…así que, a dormir alguna botella.
Fenomenalmente bebible el Bruno Clair Gevrey-Chambertin 1erCru «Clos Saint Jacques» 2007. No creo que sea la añada que ha dado el vino más complejo pero ya me gustaría a mi hacer estas cosas en años más simples jajaja. Muy bueno, levemente rústico en nariz, fruta negra, setas, y más elegante en la boca. Potencia contenida para esta gran parcela.
Potencia, profundidad, como una tanqueta deliciosa resultó el Michel Gaunoux Pommard 1erCru «Rugiens» 1994. Por si alguien duda acerca de la «uvilla» Pinot Noir y su capacidad de dar vinos potentes y a la vez elegantes en Pommard.
Algo apagado resultó el Bourée Gevrey-Chambertin 1erCru «Lavaux-Saint-Jacques» 2005 si hacemos caso de la añada en cuestión. No es que el vino estuviera mal pero quizá esperaba un golpe más directo. Aunque claro, el estilo Bourée va por otro camino…
Muy rico pero un pelín goloso el Ramonet Bâtard-Montrachet 2009 en estas fases iniciales del vino. Explosionará en el futuro cuando se encuentre más integrado. Ahora va cada cosa por su lado, pero es un vino con materia, con carne, con acidez…tiempo.
Terminamos con un DRC La Tâche 2002 que fue muy tímido en nariz. Parecía que el vino había sufrido una evolución más rápida de lo esperado por los aromas iniciales pero el vino iba girando a medida que el aire entraba en la copa. Siempre mostraba esos matices terrosos, especiados, fruta negra contenida, un toque goloso de madera muy leve. En la boca el vino para mi estaba demasiado hecho, muy bebible, elegante y muy largo pero sí es cierto que esperaba mucha más juventud. Perfecto para beber y disfrutarlo con buena compañía como hicimos.
Seguiremos.
Un saludo